martes, 24 de julio de 2007

La cábala del arquero

Es una necesidad, casi un capricho. Pero el sábado a la noche resulta una prueba de rigor para cada jugador del Deutsche Bank. Es primordial no dejar ningún detalle librado al azar. El domingo ya suele ser tarde.
-Vieja, ¿dónde mierda me dejaste las medias de Los Andes?
-Las tiré. Es que parecías un linyera con esas medias todas rotas. Te compré unas nuevas. No importa que sean de Temperley, ¿no?
Una madre lo es todo para un hijo. Pero su amor incondicional muchas veces le impide comprender las reglas básicas de un futbolista. Sin tomar conciencia de la gravedad de algunos de sus procedimientos, lastima. Y con fuerza.
-¿Me estás jodiendo? Esas medias eran cábala. La puta que me parió. Y Ahora qué mierda hago, qué hago.
Nadie creería que aquellas medias, reparadas con cinta una y otra vez, le otorgan poderes. Pero quién se animaría a aseverar que esas pobres prendas de vestir no lo catapultaron a la cima de la tabla de artilleros.
-Hijo dejá de revolver la bolsa de basura por favor.
Cada uno con su amuleto. Una vincha para el pelado del equipo o los mejores botines, esos que se traen de afuera, para el más limitado del Deuche.
-Perdón muchachos pero ustedes saben que sin los F58 de Nike última generación no le puedo pegar bien a la pelota.
Variadas y hasta ridículas. Muchas veces las cábalas del Deuche rozan el absurdo.
Ahí llega el Pastel después de dar una vuelta por el boliche. Sus amigos lo esperan inquietos.
-¿Cómo te fue está vez? ¿Podemos quedarnos tranquilos?
-Quedate piola. Otra vez las cábala del arquero.
Hasta tiene un nombre. No sólo resulta cómica la cábala del arquero, sino que generalmente es idolatrada. Todos se preocupan porque el sábado sucedan tres cosas: que el Pastel asista al boliche, que ella también concurra y que su muñeca esté intacta. Y otra vez el mismo interrogante ¿Quién se anima a decretar que la notable actuación del Pastel del último fin de semana no fue producto de la cábala del arquero?
Aquel sábado fue diferente. Los ingredientes estaban listo, pero algo salió mal.
-¿Alguién me puede decir que hace el Pastel sólo en la pista?
-¿No estaba con la minita?
-No, recién la vi salir con un pibe.
Nadie se animó a interrogar al Pastel. Casi desilusionados dejaron sus respectivos tragos sobre la barra y se fueron como si estuvieran de luto.
-Encima el pelotudo de Pata se fue temprano y es el único que tiene coche.
El destino fue coherente con el Pastel. Un gol el contra, uno olímpico y una roja sobre el final del partido tras pegarle a uno de sus propios compañeros.
Curiosidad o no, el Deuche ganó 3-2. Pata fue la figura del partido con el primer triplete de su existencia.
-Hijo de puta. Seguro que te clavaste una jarra de droga.
-Para nada. Me fui del boliche tempranito para poder dormir. Esa es mi cábala.

sábado, 14 de julio de 2007

El poder de las palabras

Es una lesión inusual. Una especie de sobrehueso. Lo curioso es que los médicos no tienen una respuesta positiva para los pacientes que intentan encontrar un tratamiento satisfactorio. Sólo el hecho de caminar genera una molestia, seguida de una inflamación y su posterior inmovilidad.
-Muchachos acérquense que voy a dar el equipo. Euge, ¿qué te pasó en la pierna?
-No, nada. Es que recién caminé un par de cuadras.
Por suerte, un jugador del Deutsche Bank siempre está preparado para ofrecer un consuelo.
-Pelotudo estás meado por un elefante.
Ojo, este tipo de lesiones no son para cualquiera. Es como si tuvieran un imán. Están al acecho. En cuanto uno las llama, ahí aparecen, listas para arruinar las renovadas ilusiones de Euge.
-Posta. Tengo una mala leche. El campeonato pasado la rodilla y ahora me agarro esta mierda. Me dan ganas de dejar todo.
Un silencio incómodo acompaña la escena.
-No te calentés. Igual con o sin lesión...
Otra vez el consuelo es instantáneo.
-Mirale el lado positivo. Vas a tener más tiempo para estar con tu novia.
-¿No les conté? La hija de re mil puta no me contesta los llamados hace dos semanas.
-Mejor Euge. Esa mina era muy puta para vos.
-Eh pará que todavía no me peleé.
-Abrí los ojos boludo. No viste las polleritas que usa, esos escotes. Es una terrible trola.
-Igual debe ser que soy mufa.
Lo dijo casi sin miedo. Sin temor a que sus palabras se transformaran en un mandato sagrado. Es que ese vocablo tiene un poder caprichoso. No hay que desafiarlo.
-Muchachos firmen la planilla y entren en calor.
-Ahí voy. Pará que me acomodo el chichón entre las medias.
Empate en cero en la primera mitad. Una mala salida del arquero del Deuche desemboca en el primer gol del partido.
-Euge, ¿estás para jugar los últimos minutos?
Un inusual 3-3-4 entra en juego. Un esquema de dudosa efectividad, pero ahí va el Deuche, a puro coraje, en busca del empate. El travesaño ahoga el grito de igualdad. Un nuevo centro cae sobre el área. Una volea parece ser la mejor opción. Pero Euge, en un gesto poco ortodoxo, ensaya una palomita que decreta en empate final. Y vuelve la alegría. El chichón tomó dimensiones insospechadas, pero nada importa. Euge es pura alegría.
-Bien papá, ¿viste que te dije que ibas a mojar? Y eso que ni siquiera querías firmar la planilla.
-¿Qué pasa Euge? ¿Estás bien?
-Dejalo, esa carita seguro es por dolor. Ese moretón ya no me gusta nada. Andá al médico boludo.

viernes, 6 de julio de 2007

La palabra a tiempo

Dedicado a Jorge.
Mucha fuerza DT.

Es primordial bajar las pulsaciones. El 1-0 abajo así lo exige. El Deutsche Bank está rodeado de urgencias. Perdido, desorientado. El arco contrario está cada vez más lejos. Disgusto generalizado. Ese es el penozo escenario. Un nuevo desafío para el entrenador.
-Muchachos vamos a juntarnos para hablar un poco del partido.
Las charlas técnicas del Deuche tienen una curiosa cualidad. La voz de mando no encuentra impedimentos para reproducirse, para viajar de boca en boca. Entonces cada integrante está convencido de la importancia de sus aportes.
-Che pelotudos, está el bidón vacío. Me estoy rompiendo el orto y ustedes no son capaces de llenar esta mierda- increpa el Lobo contra uno de los titulares indiscutidos del banco.
-Somos unos boludos, unas nenas. Hay que hacerles sentir el rigor. Hay que romper piernas.
-No digas boludeces, no ves que el nueve nos está bailando de lo lindo. Tenemos que marcarlo a ése y listo.
-Listo muchachos, vamos a juntarnos- reitera el DT.
-Bancá Jorge, ¿viste el gol que te erraste Martín? Van quince minutos y ya te quedás sin piernas.
-Es que me quedé con tu vieja hasta tarde, gil.
-Bueno ahora sí- acota el entrenador con un gesto de molestia.- Tenemos que trabajar sobre todo en…
-Hay que hacerles sentir el rigor. Hay que romper piernas.
-Este es un idiota, siempre dice la misma idiotez. Dejá hablar a Jorge.
-Es verdad, cerrá el pico cornudo.
-¿Qué te pasa tontito? Justo vos me lo decís. Tenés 23 años y sos virgen. La nena tiene miedo de debutar.
-¡Basta! Me cansaron.
Ahora si el silencio se contagia. Todos parecen estar listos para dejarse iluminar.
-Bien, lo que quería decir es que juguemos un poco más fuerte…
-Vieron, tenía razón. Hay que hacerles sentir el rigor. Hay que romper piernas
-Ah, vos tenés problemitas en serio. Andá a hacerte ver.
-Justo vos Gordo me vas a venir a hablar. Primero bajemos unos kilos, ¿dale?
-Deuche, al campo- decreta el árbitro.
Resulta difícil encontrar una explicación. Mucho más contarlo. Sólo diré que el Deuche se quedó con un ajustado 4-3. Dos jugadores menos y un enemigo con fractura de tabique fueron el saldo de una batalla memorable. La tarde empezaba mal, es cierto. Pero ahí estuvieron las palabras de Jorge, a tiempo.