martes, 4 de diciembre de 2007

La respuesta eficaz

Es cierto. No había indicios de que iba a suceder. Y sin embargo, frente a todo pronóstico, la pelota estaba persiguiendo a Juan. Lejos de ser una situación habitual, pero ahí venía la asistencia del Pelado.
No hay un manual de procedimientos a seguir a la hora de enfrentarse ante una sorpresa. Incluso hasta aseguraría que no existe ni siquiera un borrador. Las reacciones suelen ser difusas. Muchas veces uno responde con comportamientos espontáneos, genuinos. Pero lo cierto es que, a riesgo de quedar como un insensible, lo más aconsejable es evitar sentimentalismos.
-Che, el otro día me crucé con esa mina que está con vos.
-Seguro que estaba con un vaso de agua la muy boluda. Me da bronca que sea tan santita.
-No, en realidad estaba con un flaco de la mano.
La sorpresa abofetea. Es vital una respuesta elegante para no quedar pegado.
-No importa. Cortamos hace cuatro días. ¿No sabías nada vos?
El abanico suele ser bien amplio. Las expectativas se agigantan. Ahí está la rubia solita con un trago.
-Cómo me gusta esa mina boludo.
-Dejá que yo te hago la segunda. Sos muy cagón.
Cuatro minutos fueron suficientes. En realidad tres minutos y apenas 26 segundos para ser exactos. Ahí vuelve con cara de tarea cumplida.
-Pelotudo ya te arreglé todo. Vas, te la encarás y listo. Me dijo que está con vos.
-¿Me estás jodiendo?
-Dale imbécil, andá que te la van a robar.
Todo un caballero. Aliento, peinado, ropa. La perfección está ahí. Un tímido hola no encuentra respuesta. Un segundo intento desata la ira de la rubia.
-Carla vamos a otro lado. Hace un rato, un flaco me rompió las bolas cuatro minutos para que le dé un cigarro. Ahora este pibe con esa jeta pretende que le de bola.
El comentario llegó a destino. Casi por inercia, envuelto en desilusión, giró hacia los pibes y encontró un festival de risas.
-Qué forro que sos. Cómo te la comiste. Qué bebeto te hicimos.
-Ya fue. No importa. El finde que viene me vuelvo a comer a tu hermana.
La respuesta. Una vez más la llave maestra.
Y ahí viene la asistencia. Juan está solo de cara al arco. En un gesto antiestético, eleva la pelota dos metros por arriba del travesaño. El Deuche no pudo. Esa tarde fue derrota 1-0.
-Juan sos un idiota. Te dejo solo y te errás un gol hecho.
-La culpa la tenés vos. Siempre te la comés y justo hoy la pasás. Tomatela gil.
La respuesta no convence. Pero ahí llega el refuerzo.
-Tiene razón Juan. Está bien, lo dejaste solo en la línea, pero desde cuando asistís Pelado de mierda.
-Tiene razón el Tosko. Jamás diste un pase. Ahora no te vengas a hacer el Maradona. Al fin y al cabo perdimos por tu culpa.