lunes, 21 de julio de 2008

El poder de la mufa I

Fue derrota. Una más para el Deuche. Y como en todas tiene que haber culpables. Entonces comienzan los análisis. El arquero anduvo bastante bien. La defensa, dentro de todo, estuvo sólida. Y los atacantes, aunque erraron un par de goles, estuvieron movedizos y generaron buenas situaciones de gol. El árbitro no incidió demasiado. Mucho menos la cancha, que no estaba tan pareja desde hacía varios campeonatos.
-Muchachos déjense de joder. Perdimos por un gol. Ellos jugaron mejor. Nada más.
-Flaco, ¿de qué hablás? El partido lo perdimos nosotros.
La mira sigue estudiando el terreno. No encuentra víctimas hasta que ocurre lo indeseado. Marina se entromete. Ahí está, sentada al costado de la cancha, consolando a su novio Agus. Entonces llega el comentario en voz baja.
-¿Sabés de quién es la culpa? De Marina. Es mufa.
-Dejate de joder boludo. Es una idiotez.
-¿Una idiotez? ¿Contra el Osna vino?
-Sí.
-Perdimos 3 a 2.
-¿Contra el Becum?
-También.
-Otra derrota. Me acuerdo que nos golearon. Se ve que la mufa en ese partido hizo fuerza.
-Che, ¿sabés que el Pelado me parece que tiene razón?
-No lo escuchés que éste siempre dice boludeces.
-No. Acordate que también vino contra el Main Kaif y nos comimos cuatro.
Es así. Uno intenta no creerlo pero hay pruebas de sobra como para condenarla. Linda chica, graciosa. Dentro de todo el grupo la integró rápido. Pero ahora la situación sufrió un giro de 180 grados. Ya no la saludan. Le dan vuelta la cara. Y ella, como si nada, continúa cada domingo a un costado de la línea lateral. Durante tres semanas fue testigo de otras tres nuevas derrotas.
-Hablemos con Agus. Que no la traiga más boludo.
-¿Y quién se lo dice?
-Yo me animo.
-Pero tené tacto pelotudo. ¿Qué le vas a decir?
-Que su novia es mufa y punto.
-No ves que sos un forro. Tenés que ser más sutil. Decile que a partir de ahora sin novias porque nos desconcentran.
-¡Uh! Está buena ésa. Dejame, dejame a mí. ¡Agus!¡Che pelotudo! Imbécil, te estoy llamando. Dale pollera, larga a tu novia.
-¿Qué pasa?
-Nada. Es que con los pibes te queremos decir algo. (continuará...)

sábado, 5 de julio de 2008

Artista exclusivo

Frente a todo pronóstico la pelota gambeteó la suela. Por suerte hay alternativas: culpar a un compañero, quejarse del estado de la cancha. Ninguna es efectiva. Nada peor que comenzar con un tropiezo. El panorama se oscurece. Es que se trata de la carta presentación. Un gesto así disminuye, minimiza y, a su vez, agiganta a los contrarios. Hasta al lateral izquierdo suplente, que ya no se desempeña como titular por su generosa panza.
-Buscalo al cuatro que es horrible. Estos choris que venden acá son una mierda.
Es así. Sentencia. Imparte el destino de ese rendimiento. Si el primer paso es deficiente, también lo será todo el resto . Ojo, la regla es caprichosa porque no es inversamente proporcional. Es que una jugada exquisita de entrada también puede desembocar en una floja actuación. Pero la primera. La primera, como en el truco, es de oro. Perder la pelota de esa manera tan vergonzosa es como tirar un cuatro en la primera mano; es como esos sueños en los que uno se da cuenta de que está desnudo.
-¡Dale Chicho despertate la puta madre que te re mil re pario!
No hacía falta la crítica. Chicho sintió el impacto. Impacto que se agravó cuando su despeje salió para atrás y terminó en un nuevo córner. Y la confianza que se escapa. Se bifurca. No hay caso. Un caño, una patada que se hace acreedora de una advertencia, una palmada de un compañero, una amarilla. Un pelotazo en las partes bajas completa el combo.
En esos momentos se ven los jugadores que dejan marcas en la memoria. Ahí está la pelota. Vienen corriendo los rivales. Enojados, tipos duros, con cara de malos. Y el primero pasa. El segundo también. Pobre el tercero que no llegó a cerrar las piernas. Y pobre el arquero que nada pudo hacer frente a ese pelotazo. La jugada estaba dibujada en su cabeza. Todo listo. Tomó la pelota y sacó un terrible derechazo. De esos que van a diez centímetros del piso. Signo de talento. Pero, en vez de aquella gloria imaginada, la pelota salió por la mitad de la cancha. La mano tomó la parte posterior del muslo. Un grito casi desgarrador preocupó a sus compañeros. El cambio fue instantáneo.
-¡Mirá que le puse pelotas eh! Pensé que iba a poder jugar, pero este dolor me está matando.
-¿Te duele mucho Chicho?¿Qué tenés? Pará que llamo al médico.
-Desgarro, seguro. ¡Tan boludo sos que no te podés dar cuenta! ¿O te creés que jugué tan para la mierda por burro? No ves que sos un forro. No, un forro no. ¡Sos un hijo de puta! ¡Un reverendo hijo de puta! Eso es lo que sos. Andate bien a la mierda. ¿Qué me tocas la pierna? ¿Qué mierda querés ver? Hasta puto sos. Tomatela maricón. Dejame en paz y metete al médico en el orto.