martes, 22 de enero de 2008

La marca del malo

Frágil ingenuidad la del malo. Es que para algunos, simplemente, la recompensa siempre está por llegar. Así son los mecanismos que deben soportar los poco dotados. No importa el desempeño. La calificación está puesta de antemano. Y, por las dudas de que a algún atrevido se le ocurra elogiar, suele ser bajita bajita.
-¿Quién comió ayer en el boliche?
-El Negro.
-¡Qué fenómeno!
-Pero mirá que la mina era un bajón. Dos puntitos generosos.
-Dejate de joder. El Negro es un capo.
Impunidad para algunos. No sé cómo la ganan pero gozan de sus beneficios. Privilegio al que muchos jamás accederán.
-Che, el que también comió fue Hernán.
-Ah, mirá vos. No sabía que el puto comía. Seguro que era un asco.
-No, la verdad que estaba buena.
-No puede ser. ¿Le tocó el culo?
-Me pareció…
-¿Y las tetas?
-Tanto no sé.
-Te das cuenta de que es un boludo.
-Y, un poco boludo es.
La crítica es rotunda. No hay márgenes para las sorpresas. Una simple variación en las expectativas del resto y la respuesta es lapidaria. Ojo, tampoco Juan es uno de esos tipos a los que ni siquiera le podés dar un pase. A veces se la rebusca. Pero una vez que el dedo índice te señala, la mancha queda ahí, inalterable.
-Che, tengo ganas de hacer un partidito.
-Dale, me prendo. Pedro y Fede también juegan. Nos faltaría uno. ¿Le decimos a Juan?
-Me estás jodiendo. Para eso juego con un tipo menos.
El repertorio de agravios es casi interminable. Todo gracias al fútbol. Es que en algún punto la pelota marca el status social dentro del grupo. El mejor jugador suele gozar del respeto de la multitud. La fórmula es inversamente proporcional. No es una casualidad suponer que el indispensable poco aporta a la hora de un exigente partido.
Esa tarde fue inusual. Y no por el nivel de Juan. De hecho, evidenció, como de costumbre, sus numerosas limitaciones. Fue el resto del equipo, en este caso, que expresó una notoria baja en su rendimiento. Tres expulsados y dos goles en contra coronaron la tarde. La derrota por 7-1 termina de explicar el resto.
-¡Qué desastre, por Dios!
-La verdad que jugamos para el orto.
-Eh, pará un poco Juan. Acá el que peor jugó fuiste vos.
-¿Y del forro del Tosko no decimos nada? Se hizo expulsar a los cinco minutos por pegarle una piña al juez de línea.
-Por lo menos mostró huevo.
-¿Y tampoco van a decir nada del Pelado? En mi puta vida vi a un tipo meter un gol de chilena en contra.
-¿Pero vos viste la chilena que se mandó? En tu puta vida la podrías hacer.
-Ok, ¿ahora perdimos por mi culpa?
Un silencio termina de acompañar la escena. Por suerte, todas las preguntas tienen respuesta. Aunque muchas veces ni siquiera haga falta decirlas.