viernes, 25 de abril de 2008

En busca del tesoro perdido

Placer en su máxima expresión. Refugiado en el calor de una sabrosa frazada en posición fetal. No disimula su sonrisa. Difícil hacerlo después de 13 horas de una inconsciencia profunda. Las agujas apremian. Poco a poco comienza a reconstruirse. Sin apuro. Así son los domingos. Todo en cámara lenta, producto de un desinterés perfectamente planificado. Lo siguen las obligaciones de rigor por el baño. Siempre de manera cautelosa para no atentar contra el silencio dominical. ¿Camiseta? Lista. ¿Pantalón? Listo. ¿Medias? Listas. ¿Vendas? Listas. ¿Botines?... ¿Botines?...
-¡La puta madre! ¿Dónde mierda están los botines?
La impotencia entra en juego. Sin marcas, habilidosa, juega por toda la cancha. Y provoca un nuevo atentado, una muestra de terrorismo imperdonable.
-¡Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Paaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Dónde dejaron mis botines? Dale loco, levántense.
El exabrupto provoca la atenta reacción de una madre súper protectora.
-¿Qué te pasó?
- No encuentro los botines.
- Pará que te ayudo a buscarlos.
De todos modos, el reclamo no encuentra el mismo refugio en la figura paterna.
-¡Hernán la puta que te parió! Laburo de lunes a sábados como un perro. Dejame dormir.
El grito pasa casi inadvertido. El problema son los botines. El reloj vuelve a apremiar.
-¿Dónde los dejaste?
Pregunta ineficiente si las hay. Los botines no aparecen.
-Siempre los dejo en ése canasto. Vos lo sabés. Pero claro, en esta casa te tocan todos, te cambian todo de lugar y después se hacen todos los boludos.
El cuadro termina de agravarse. La bocina suena clara. Los chicos ya están en la puerta.
-La puta madre, ya vinieron los pibes.
-Tranquilo, da vuelta un zapato.
-Eso es una boludez mamá.
Otra bocina.
-La concha de la lora. Estas cosas me pasan a mí. Y encima hoy que jugamos contra el puntero.
Otra más, aunque en esta ocasión viene acompañada.
-Dale pelotudo que me hago viejo.
Una más, la última, la séptima, termina por desatar la ira.
-¿Saben qué? Vayan, yo no voy. Y no me rompan más las bolas.
La orden es aceptada sin mayores cuestionamientos.
Tuvo que pasar casi una semana para sacarse la mufa de encima. Otro domingo viene para desafiar la paciencia de Hernán.
¿Camiseta? Lista. ¿Pantalón? Listo. ¿Medias? Listas. ¿Vendas? Listas. ¿Botines?... ¿Botines?...
-¿Otra vez? La concha de mi madre. Mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.