
-Muchachos déjense de joder. Perdimos por un gol. Ellos jugaron mejor. Nada más.
-Flaco, ¿de qué hablás? El partido lo perdimos nosotros.
La mira sigue estudiando el terreno. No encuentra víctimas hasta que ocurre lo indeseado. Marina se entromete. Ahí está, sentada al costado de la cancha, consolando a su novio Agus. Entonces llega el comentario en voz baja.
-¿Sabés de quién es la culpa? De Marina. Es mufa.
-Dejate de joder boludo. Es una idiotez.
-¿Una idiotez? ¿Contra el Osna vino?
-Sí.
-Perdimos 3 a 2.
-¿Contra el Becum?
-También.
-Otra derrota. Me acuerdo que nos golearon. Se ve que la mufa en ese partido hizo fuerza.
-Che, ¿sabés que el Pelado me parece que tiene razón?
-No lo escuchés que éste siempre dice boludeces.
-No. Acordate que también vino contra el Main Kaif y nos comimos cuatro.
Es así. Uno intenta no creerlo pero hay pruebas de sobra como para condenarla. Linda chica, graciosa. Dentro de todo el grupo la integró rápido. Pero ahora la situación sufrió un giro de 180 grados. Ya no la saludan. Le dan vuelta la cara. Y ella, como si nada, continúa cada domingo a un costado de la línea lateral. Durante tres semanas fue testigo de otras tres nuevas derrotas.
-Hablemos con Agus. Que no la traiga más boludo.
-¿Y quién se lo dice?
-Yo me animo.
-Pero tené tacto pelotudo. ¿Qué le vas a decir?
-Que su novia es mufa y punto.
-No ves que sos un forro. Tenés que ser más sutil. Decile que a partir de ahora sin novias porque nos desconcentran.
-¡Uh! Está buena ésa. Dejame, dejame a mí. ¡Agus!¡Che pelotudo! Imbécil, te estoy llamando. Dale pollera, larga a tu novia.
-¿Qué pasa?
-Nada. Es que con los pibes te queremos decir algo. (continuará...)