miércoles, 18 de abril de 2007

Los dueños de la culpa

Resulta casi imposible privarse del exquisito arte de culpar. Es inevitable no dejarse tentar. Supongo que son parte del equilibrio. Cada miseria tiene su respectivo dueño. Intentan justificar un fracaso exitoso.
-No podemos seguir así. Otra vez perdimos en el debut. Voto por sacar al "Gordo" Germán del equipo.
Es cierto, el "Gordo" Germán está lejos de ser un talentoso. Pero qué responsabilidad habrá tenido en un partido en el que fue suplente. Sus tiempos como titular fueron arrollados por la ambiciosa ilusión de formar un equipo competitivo. Y, sin embargo, él continúa sentado en un tronco esperando que el entrenador lo llame en el momento de mayor adversidad.
-No boludo, Germán es un amigo. Nunca pensamos en ganar el campeonato. Acá venimos a pasarla bien. Igual conozco un pibe que se quedó libre de Los Andes. Si quieren...
Allí radica la gran eficacia de culpar. Porque nadie quiere que el "Gordo" Germán se vaya del equipo, pero todos son conscientes de que muchas veces hay que sacrificarse para alcanzar la meta deseada. El silencio es aquí la llave maestra. Porque un silencio en este tipo de situaciones es un sí rotundo, un sí que convence, un sí que contagia. En fin, un sí que destruye las ilusiones del "Gordo" Germán, que verá los próximos partidos desde el banderín del córner rodeado de botellas de agua.

1 comentario:

Unknown dijo...

Pobre gordo; me da una lástima...